Visita de asentamientos entre acres de bananos, donde viven y trabajan los trabajadores de las cercanas plantaciones y sus familias, fue una de las experiencias más deprimentes de nuestro viaje a Costa Rica y Panamá. El pueblo parece una gran trampa de la que uno se puede salvar sólo por milagro. Los que suelen decir que abandonar un lugar en busca de mejor trabajo es fácil, aprenderían mucho aquí...
En trampa
„Mi vida ya no puede ser peor.“